Yo de pequeño elegí ser Sandinista, nadie me dijo
que debía serlo, solo lo sentí. No recuerdo la fecha exacta pero si el por qué.
Yo elegí ser sandinista porque ser sandinista es lo más cercano a ser un
verdadero cristiano, ¡Qué difícil es ser cristiano! Se necesita ser santo para
lograrlo, pero el sandinismo es lo más próximo que tenemos los humanos de ser
cristianos.
Mi infancia y adolescencia transcurrieron en
los famosos 16 años neoliberales y eso me basto para reforzar mi idea de ser sandinista,
que gobiernos más desastrosos eran esos, llenos de corrupción y faltos de
humanismo y pensaba aquí nos hace falta Sandino.
Y en el 2007 llegó la oportunidad la bandeja estaba
servida y mientras unos lloraban de miedo por las ideas que nos habían metido del
servicio militar y esas cosas, otros nos llenábamos de esperanza y al principio
todo iba bien, educación y salud gratuita, calles para el pueblo, bono
productivo y otros programas sociales, pero algo más ocurría, algo que no mire
o no quería ver, hasta que fue inevitable no verlo.
¡Pero qué demonios pasó ¡ En un abrir y cerrar
de ojos todo cambio, ¿Qué está pasando aquí? El sueño se derrumba como un
castillo de naipes. ¿Por qué no lo vi?
La educación gratuita se convirtió en una
educación ideológica, adoctrinaría para que nuestros hijos idolatraran a una
solo persona.
Nos quitaron el derecho a opinar, uniformaron
bajo una sola línea editorial a la gran mayoría de los sistemas informativos del país para que todos pensáramos
igual.
Nos quitaron el derecho protestar, adueñándose de
rotondas, parques y plazas públicas para evitar algún tipo de manifestación,
porque en un país democrático no todos tenemos que pensar igual.
Nos quitaron el derecho a elegir a nuestros gobernantes,
reformaron la constitución política para reelegirse indefinidamente, con un
candidato único, una ristra partidos políticos opositores zancudos y un Consejo
Supremo Electoral cuestionable.
Nos quitaron la dignidad, obligando a los
trabajadores del estado y a la población a manifestarse en las rotondas bajo el
sol o la lluvia para poder mantener sus puestos de trabajo o recibir algún beneficio
de los programas sociales que por derecho se merecen.
Nos querían quitar nuestro dinero para pagar
los errores o mejor dicho el saqueo que todos los gobiernos cometieron en el
INSS y que después de 16 años continúan haciendo. Y los estudiantes
universitarios salieron a las calles (los de UNEN no esos tuvieron miedo).
Turbas golpearon a mujeres, ancianos, niños,
los de arriba dieron órdenes a la policía de matar a jóvenes estudiantes que protestaron por los
atropellos. La historia se repetía y era una horrible copia de los años de
dictadura de los que escuche hablar tanto y que llegue a aborrecer sin haberlos
vivido.
Y mientras miraba videos de jóvenes morir en
las calles sin atención médica, porque los hospitales públicos se las negaron,
me cuestioné… ¿elegí bien ser sandinista? ¿Eso no es ser un verdadero cristiano?
Y lloré juro que lloré, lloré de rabia, de impotencia, pero entendí que ser
sandinista es lo correcto que los que están errados son otros que se dicen ser
sandinistas pero comenten los errores por los que Sandino luchó y murió, porque
Sandino no tuvo propiedades y ellos son millonarios, porque Sandino que no quería
ser presidente y ellos quieren ser reyes, porque Sandino nos devolvió la
dignidad y el orgullo y ellos nos la querían quitar.
Mire en los ojos de esos jóvenes que luchaban
por una causa justa el brillo que un sandinista debe tener y supe que ellos
eran verdaderos sandinistas sin ellos querer ser sandinistas, porque a ellos
nos les interesa que los etiqueten ellos solo quieren justicia. Nicaragua también
lo entendió y salió a pedir justicia y demostró que el grupo minúsculo se convirtió
en una enorme avalancha azul y blanca.
Gracias universitarios, gracias por despertar a
Nicaragua y por recordarme porque elegí ser sandinista. Yo sé que no eran
delincuentes, eran héroes.
Luis Eduardo Alemán Suazo
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