A las 5:30 de la mañana
abordé el bus para ir al trabajo, todavía no había aclaro por completo y el
conductor llevaba encendida algunas luces para ayudarse a ver al momento de
cobrar.
Busqué un lugar al fondo
del bus, como es temprano y no viaja mucha me doy el lujo de elegir lugar, me siento cerca de la puerta para no tener
problemas a la hora de bajar.
A la siguiente parada se
sube una señora con dos gigantescos bolsos y su Smartphone en la mano, con mucho
trabajo por lo incomodo logra pagar el pasaje, luego inmediatamente enciende la
linterna de su teléfono y busca algo en el suelo.
La miré algo preocupada,
colocó los bolsos en uno de los asientos y continuó la búsqueda. Iba avanzando
mientras buscaba entre los asientos, en un momento se agachó mientras algunos
pasajeros levantaban sus pies para no afectar la búsqueda.
Yo de lejos la miré, a
ciencia cierta no sabía qué buscaba, pero pensé que tal vez alguna moneda se le
había caído y solo Dios sabe el valor de una moneda cuando uno viaja en buses, hasta
cincuenta centavos son vitales. La pienso un poco y me compadezco así que me decidí ayudarla.
Me desacomodé salí de mi
zona de confort y me agaché para ayudarle a buscar lo que yo pienso era una moneda
y busqué y no miré nada, pero seguí buscando.
De repente la escucho muy
contenta “Lo tengo he capturado un Charizard”.
Luis Eduardo Alemán Suazo
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