Sin duda el fútbol es uno delos deportes más maravilloso que existen en el mundo. Por algún tiempo me considere indiferente a él, no obstante, tenía nociones de que existía y que era bien aclamado por el globo terrestre.
Luego de la final del Mundial de 2006, esta actividad deportiva me llamó plenamente la atención por el desenlace y por lo que enfrentaron los jugadores de los equipos de Italia y Francia, sobre todo nunca olvidare ese cabezazo descomunal del delantero Zinedine Zidane dio a Marco Materazzi defensa de Italia. Más que ese encontronazo me llamó la atención la resistencia de los jugadores que lograron soportar más de 120 minutos en la cancha de fútbol de Alemania.
Desde ese momento reflexioné y valore de que no se trataba sólo de 22 jugadores detrás de una balón- a cómo me comentó una rusa que conocí en el trabajo- sino de naciones enteras representando con espíritu y corazón su devoción por este deporte, su nacionalismo y afán de conseguir un trofeo admiración del mundo por cuatro años.
Durante el mundial de 2010 ya era una hincha más de este deporte y comencé a seguir a mis equipos favoritos, llevándome alegría y desilusiones pero siempre fiel a ellos. A sí que cuando tuve la oportunidad de entrevistar a Sergio Goycochea, portero argentina que fue figura, en el mundial de 1990, entendí aún más la magia de este deporte.
Comencé a entender a los fanáticos que gastan sus ahorros y recorren largas distancias por apoyar a sus equipos en los estadios de fútbol, a los fanáticos que se quedan en la casa viendo los partidos por la tele, a los cronistas deportivos por incluir picardía en sus narraciones, a los jugadores que se someten en a largos periodos de entrenamientos para cumplir con el compromiso de portar la camiseta de su país y a enfrentar las críticas de sus acciones dentro y fuera de la cancha, a las empresas que hacen lo posible por sacar la mayor ventaja económica de esta festividad y a los músicos que cada año disputan ser los protagonistas del himno del evento.
A cada uno de ellos, le guardo un cierto respeto pero aún más a este deporte que además de activar miles emociones a sus fanáticos facilita la reunión, el reencuentro, el amor y la unidad de los países aún más conflictivos en el mundo.
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