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En busca de “La Muñeca”



Cuando eres niño, un sin número de historias llegan a tus oídos, historias que por muy pequeñas que sean, pueden convertirse en una gran aventura. Y así, nos ocurrió durante un recreo, nos llegó sin esperarlo, la historia de la “Muñeca”.


Esta leyenda urbana, como dicen ahora, relata la historia de una pareja, que perdió a su única hija, y decidieron embalsamarla, para preservar su belleza, su cuerpo, como el de una muñeca, fue depositado en una bóveda con todos sus juguetes, para que por las noches pudiera jugar.

Esa historia digna para ser llevada a la pantalla grande, nos dejó con intriga, con ganas de llegar al fondo de ella, sabíamos que si lográbamos encontrar la bóveda de “La Muñeca” subiríamos un escalón más en nuestra masculinidad infantil, seríamos “héroes” (o por lo menos en nuestra mente, así lo visualizábamos, jajaja).

Alexander, conocido por nosotros como “El Zurdo”, mi mejor amigo en ese cuarto grado de primaria de la Escuela Don Bosco, Oswaldo, “El Muerto” nombre heredado por su padre, un cruzrojista famoso en Masaya, Francisco “El Chino” su rostro asiático lo delataba, y yo, “El Conejo” mi sonrisa lo dice todo, estábamos listos, para descubrir si eso que habíamos escuchado era cierto.

El muerto, el más chispa de todos, indagó y escucho de acuerdo a otros relatos, que la bóveda de “La Muñeca” se encontraba, en el cementerio Sur Oriental, ya era un avance, el resto en el camino lo iríamos encontrando.

Ya estaba todo listo, partimos de la casa del “Chino” buscando nuestro destino (Ya sé, Ya sé, se escucha muy dramático, ¿pero que quieren? Tenía 8 años), no recuerdo bien de que hablábamos en el camino, pero les puedo jurar que no era nada educativo.

Estoy seguro, que nuestros diálogos estaban basados en bromas, apodos y otro sin número de comentarios poco gratificantes para el oído de cualquier adulto serio, pero bueno, quien nos podía culpar de algo, si estábamos, disfrutando de ser niños.

Pasado el tiempo, llegamos, y ahora la tarea era localizar, la bóveda de “La Muñeca”, cada paso que dábamos, el corazón latía, más y más rápido, estábamos cerca de descubrir lo que otros solo habían oído (perdón sigo de dramático, pero así nos sentíamos).


En cada tumba que pasábamos, dejábamos atrás el infantilismo, para dar paso al heroísmo, por fin tendríamos una historia que contarles a nuestros nietos. 

Y ahí estaba, blanca, gigantesca, triste, sola como esperando compañía, nada que ver a lo que habíamos imaginado, corrimos para ver su interior, no tuvimos que rifar el turno para ver, pues era suficientemente amplio para que los cuatro miráramos.

En su interior, había una serie de juguetes viejos polvosos, metidos en bolsas, algunas flores plásticas viejas y sin color, mis ojos se movían con gran velocidad, buscando a “La muñeca”, pero no la encontraba, buscaba arriba, abajo, a los lados y nada.

Un grito, mató lo ceremonioso del momento, para dar paso a la huida más estrepitosa que he visto, corríamos y gritábamos como locos (al menos yo lo hacía, mis gritos no me dejaban oír al resto) nuestra velocidad era insuperable, nada nos detenía, hasta que todo quedó negro por segundos.

Cuando la luz volvió, lo único que me quedaba era limpiar el polvo que me cubría y tratar de salir de ese hoyo, en el que había caído.

El autor del grito, era el panteonero que entre risas, comentaba que “La muñeca” había desaparecido hace años, y que nadie sabía quién se la había llevado, pero a diario miraba como otros como nosotros llegaban a curiosear, aquella triste bóveda.

La desilusión, fue grande…no éramos los primeros, ni los únicos… que buscábamos a La Muñeca no seriamos héroes, ni famosos…Pero en retrospectiva, que grande, cuando uno es niño, como disfrute mi niñez, como eso que ahora lo veo como locura en su momento lo miraba como la más grande historia jamás contada.

No se sí, El Zurdo, El Muerto o El Chino recuerden este hecho, pero la verdad, yo nunca he podido olvidar cada una de las cosas que me hicieron feliz de niño.


Luis Eduardo Alemán Suazo

Comentarios

  1. Muy bueno, que memoria! Ojalas nuestro hijos puedan tener historias reales y no solamente "virtual"

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